Lo primero sentí al
situarme en la cola para recoger el dorsal a las 9 de la mañana fue frió, un
frió tremendo en mis pies desnudos, lo segundo, sus ojos. No podían dejar de
mirarme, algunos hacían coña con su compañero y se reían a carcajada otros
meneaban la cabeza en señal de desaprobación con una mueca de dolor en el
rostro, los más curiosos se acercaban a preguntar:
-¿ vas a correr con eso?
-Si, claro- les
respondía.
¿ estas loco? te vas a
destrozar los pies
- no hombre, tranquilo,
no te preocupes, para mi correr con sandalias – no uso la palabra hurache, no
quiero crear más desconcierto- es más cómodo que hacerlo con amortiguadas y así
me siento más feliz.-
Se despedían con un ya
veremos si terminas o con un, agradecido por mi parte, suerte. Y creía que la iba a necesitar estaba en juego
más de lo que en un principio podía parecer, somos, en parte, pioneros y entre
los casi 1000 corredores que esa mañana de domingo tomarían la salida en la
mitja marato de l’espirall yo era, por su puesto, el único corredor en huraches
y también el único minimalista y de una u otra manera la gente esperaba que
fracasase. No por maldad y quizás no de forma consciente pero el ser humano es
conservador por naturaleza, la gente se ha gastado un dineral en su zapatilla
ultimo modelo con control de pronación, estabilidad, ultima tecnología en
amortiguación dna, gel, boost o lo que
te hayan querido vender y que un tío en chanclas hechas a mano por menos de 4
euros se te coloque al lado en una carrera pues es chocante y si encima te pasa
con una sonrisa en los labios pues más.
Por lo tanto tenia que
terminar para demostrarme a mi mismo y a los demás que si que se puede que
nuestra forma de correr es igual de valida que la suya y que la distancia no es
un impedimento.
Hay que remarcar que esta
era mi primera media maratón en Huraches y la segunda de mi vida. La primera
fue hace más de un año, una de mis ultimas carreras con amortiguadas, sufrí
como no había sufrido nunca y termine en 2h y 5min. Un tiempo malo pero no peor
que las sensaciones. Así que en esta el objetivo era terminar y si todo iba
bien apretar al final para bajar de las 2h no seria algo sencillo ya que a
diferencia de mi primera media maratón esta no era plana y tenia unas subidas
nada despreciables.
Al sonar el disparo de
salida intente frenarme. Es un error dejarse llevar por la euforia, hay que
guardar fuerzas que al final las necesitare. Pero no lo conseguí mis piernas
volaban ligeras sobre el asfalto sin esfuerzo, rápidamente se me situó algún
corredor al lado, muchos para reírse otros mostrando verdadero interés,
conversaba con ellos, sin mirar el ritmo y pensando me están haciendo hablar y
eso me quita resuello, mo voy a cansar más pero no me importaba, al salir del
pueblo ya me había ventilado 5 kilómetros cuando vi a mi familia animándome, me
sentía muy bien y me emocione al verlos, madrugando y pasando frió para verte
solo unos segundos, si ellos supieran lo que valen esos segundos...
Empezaba la subida y mire
el reloj estaba corriendo un minuto por kilómetro más rápido de lo que tenia
planeado y me sentía muy fresco y lo más importante estaba disfrutando de la
carrera, charlaba con todo el que me quería preguntar que si no es una promesa
que si no soy Jesu Cristo. Ya bajaría el ritmo cuando el cuerpo dijese basta. Pero eso no paso. Llegue al kilómetro 10
a casi ritmo de mi record en esa distancia, mi preocupación más grande era no
pisar la infinidad de tapones que los corredores tiraban al coger su botella en
el avituallamiento. Seguí corriendo. En el kilómetro 14 me empecé a sentir las
piernas cargadas y un poco de abrasión en los pies, no había contado en que
después de subir toca bajar, sin duda la parte más dura para mi, y la técnica
costaba con el paso de los kilómetros pero nada que enturbiase la euforia que
me corría por dentro. Quedaba un tercio de la distancia y yo solo volaba libre
por aquella carretera del Pendes. La meta apareció en un suspiro, mi cariño me
esperaba, como siempre, para hacerme la foto de rigor. El crono marcaba 1h y 46
minutos. Para los entendidos en atletismo esto no es un tiempazo pero para mi
es mejor que cualquier de los pronósticos que podía haber hecho y las
sensaciones no tienen nada que ver con las que sentía anteriormente, ahora soy
feliz corriendo.
Lo ultimo que sentí al irme fueron otra vez los ojos clavados en mi. Algunos,
contarían a sus amigos que había un chalado en chanclas en la carrera. Otros,
esa noche, buscarían información sobre minimalismo y quizás, solo quizás algún
día logren entendernos.