La frase que más repiten los corredores al verme en un trial
con zapatillas minimalistas( nada más radical que unas merrell trail glove) es sin lugar a dudas: QUE DOLOR.
Y creo que ese es el temor más grande para un corredor, el
dolor. No hablo de sufrimiento ni de esfuerzo, hablo de dolor, puro llano y
amargo dolor.
Es por eso que la mayoría de corredores que sienten algún
tipo de interés por esto del barefoot consideran que la técnica en montaña es
ineficiente y dolorosa.
Respecto a la primera
parte, la de la ineficiencia, es relativa, si bien requiere un tiempo de
adaptación mucho mayor que el que necesitamos para correr por asfalto a la
larga la carrera por montaña con zapatillas minimalistas ( podemos encontrar en
el mercado una gran variedad con más o menos protección dependiendo del
terreno) mejora notablemente nuestra técnica y musculatura haciéndonos rodar "rápido"
( estoy pensando en corredores populares si eres Kilian Jornet no va para ti),
largo y seguro, pero sobre todo, más felices; el contacto con el terreno, la
sensación de ligereza y libertad son incomparables a correr con una zapatilla
amortiguada, dejamos de machacar la tierra con nuestros pasos pesados a
deslizarnos por ella.
Y respecto a el apartado del dolor, el que más tememos, no
es para tanto. Nuestro cerebro elige casi de forma automática la pisada
correcta y nuestro pie se adapta con suavidad al terreno, haciéndonos rodar cómodos
por llanos y subidas, cuanto mejor feedback ( percepción del terreno) más suaves nos movemos). El problema, amigos míos, es la bajada, ese soplo de
esperanza que siempre anhelábamos ahora se convierte en un reto que exigirá ser
dominado.
A continuación intentare resumir una serie de pautas para
que podamos transportar nuestras ansias de libertad al terreno de donde
realmente procede, la salvaje y divertida montaña.
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